ELECTRICIDAD INALAMBRICA

Aunque las primeras bases teóricas de la electricidad inalámbrica proceden de principios del siglo XIX, con la demostración de los campos magnéticos generados a partir de la corriente o la formulación de la ley de inducción, fue Nikola Tesla el primero en aplicar estos conocimientos, dando vida a experimentos donde la energía se transportaba sin cables.
Se bautizó a esta tecnología, que ha sobrevivido al paso del tiempo, en parte, como un mito, como el efecto Tesla, cuya manifestación más utópica en el pensamiento del inventor de origen serbio planteaba la posibilidad de surtir de energía a todo el planeta como si se tratase de una red wifi universal. La falta de financiación lastró aquel colosal proyecto, pero el sueño de Tesla se ha mantenido vivo desde entonces, generando a lo largo del siglo XX una bibliografía científica inabarcable que en los últimos años ha comenzado a cristalizar en aplicaciones reales.
Quizás la innovación más popular es el denominado estándar Qi, una tecnología auspiciada por Wireless Power Consortium, y que ha dado lugar a una generación de cargadores de inducción que, aunque de momento cuentan con una potencia limitada (5W) que impide la carga de dispositivos con altas necesidades energéticas, funciona con éxito.
No obstante, la aplicación de Qi hace necesario el contacto entre el dispositivo y una base de carga, igual que ocurre con el estándar A4WP, desarrollado por el consorcio Alliance for Wireless Power, del que forman parte -entre otros muchos- Samsung, Broadcom o Qualcomm; y que en su caso aplica la tecnología de resonancia magnética de campo cercano.
El sistema Cota
Precisamente, una de las ventajas principales de las tecnologías anteriores es la gran cantidad de empresas que forman parte del movimiento, permitiendo una carrera constante de innovación que fructifica en una normalización de la que, finalmente, se benefician los usuarios.
Algo que todavía no ocurre con el sistema Cota, lanzado este mismo año por la startup norteamericana Ossia. Se trata de una tecnología revolucionaria que consiste -con elementos similares a las conexiones wifi- en la integración de un cargador y un receptor para conectar el flujo de electricidad a cualquier dispositivo de forma inalámbrica.
La compañía comenzó a desarrollar la tecnología, prácticamente en secreto, en 2006, y a día de hoy su camino parece imparable, después de haber recibido una inyección de 3,2 millones de euros en una ronda de financiación. Apostamos a que no será la única. En el caso de Cota no es necesario el contacto con ninguna base de carga: su alcance es superior a los diez metros y puede alimentar hasta 30 dispositivos al mismo tiempo. A priori, parece el sistema idóneo para llevar la electricidad inalámbrica al hogar a corto plazo.

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